Mireia Belmonte ha conseguido lo que todos estábamos esperando. Después de seis días de competición, la nadadora española se ha hecho con una
medalla olímpica, una medalla de plata en 200 metros mariposa.
La nadadora española quedó cuarta en
las semifinales de esta disciplina y no veía muchas posibilidades de
conseguir podio, a causa de la fatiga por las rondas que ha disputado en lo que llevamos de olimpiadas. Pero Belmonte ha hecho lo que no se imaginó nadie, consiguió sacar fuerza de donde no había y encontró en las gradas la representación de su país que confiaba, que la apoyaba y que le daba ánimos.
Le hizo falta una piscina y media
para ponerse en cabeza y romper todas las quinielas. Parecía que podía llevarse
el oro, pero como la propia Mireia dijo después de la prueba: “Mis fuerzas estaban acabándose, pero he luchado mucho los
últimos 50 metros”. Al final, en el último tramo de
piscina fue superada por la china Liuyang
Jiao, que batió el récord olímpico.
Pero, aunque no haga nada más,
España y el mundo entero reconoce el esfuerzo y le valor que tiene esta catalana
que empezó a nadar a los cuatro años para corregir su escoliosis. Una gran
persona y un gran ejemplo.